domingo, 3 de enero de 2010

En taxi con extraños


Cuando me di cuenta de que todo empezaba a cuadrar, se me ocurrió decir que somos las capicúas de las casualidades. Que un simple roce, un choque, un algo, puede cambiar las cosas para muy bien.
Porque con ocho años yo ya sabia que éramos princesas. Tú la princesa que se besa con el príncipe entre las ratas y yo la princesa de la boca de fresa y las medias rotas.

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