miércoles, 6 de enero de 2010

Casualidades y basura.


Porque cada vez odio más estas tontas despedidas. Porque me gustaría que simplemente fuera: “hablamos luego para quedar, si consigo robarle red a algún vecino”. Decirnos que ya quedaremos más tarde.
Debe ser mi principio de síndrome de Diógenes (esa enfermedad que compartimos) que me incita a guardar todos los retazos de estas navidades juntas. Un collar de macarrones, unos guantes con un agujero en medio, un sobrecito de nieve vacío o la etiqueta de la nueva droga adolescente. A lo mejor, es simplemente que te quiero mucho y que el final de todos los puentes y vacaciones me pone tierna como un panecillo. También, que me gusta mucho escribir nuestros nombres (MaluyMarina) en los cristales llenos de polvo y grabarlo en video para recordar que ahí va a estar siempre. No soy partidaria de esta palabra, pero los números son exactos y los capicúas, serán siempre capicúas.
Hasta la próxima tarde de café, coca-cola y tortitas con nata.

2 comentarios:

  1. Ay Marina, no sé si será cosa de la fiebre, pero te puedo jurar que se me están cayendo las lágrimas.

    Te voy a echar muchísimo de menos u.u

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  2. Nadie se acuerda de mí, yo... mis próximos sábados serán desdececados y desmarinados, no me acostumbraré!

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