Probablemente hayan sido unas de las vacaciones más asquerosas de toda mi vida por no aventurarme a decir las más. No habido ninguna razón en especial, pero tener tiempo libre y no tener nada en qué gastarlo resulta... sí, bastante deprimente.
Podría decir, que casi tengo hasta ganas de madrugar, ir a clase, ver garrulos, dormir la siesta y hacer deberes.
Buena premisa.
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