Debe ser esa parte masoquista de tí, que te incita a mirar. Que nos gusta ver lo asqueroso y hurgar en las miserias. Incluso en las propias. Recordando.
Cuando se levantó, puso la radio mientras se hacían el café y las tostadas. Supongo que era un día normal, como todos. Después de una gran catástrofe, se suelen suceder unos días de pánico, terror y desesperación y luego eso se convierte en rutina. Bueno, en algo más o menos cotidiano.
Después de desayunar, se vistió y salió de casa. Miró a los hierros, enterrados ya entre cascotes. Hacía unos meses que habían levantado altas y blancas paredes encima para paliar la sensación de desastre que recorría la ciudad.
Se acercó poco a poco a la pared. Apoyó la mano. Al rato, vio como empezaba a bambolearse. En realidad era solo un cartón. Trampantojos.
Ojalá te mueras pared. Tú y todos los que te rodean. Que ya me duele la cabeza de tantos bamboleos.
Vaya en esta si que te has lucido chica!!!:)
ResponderEliminarMe mata todo lo que escribes. Te expresas de una manera tan terriblemente sencilla, pero que hace las delicias de cualquiera que te lea, que me matas, de verdad.
ResponderEliminarBesitos.
(LLLLLLL)
ResponderEliminarMe encanta.