Resulta que estuve un año (o más) viendo la misma película.
Cuando no sabía que hacer, encendía la televisión y ponía el video (sí, era un VHS que a veces hacía niebla). Me sentaba en el sofá y me la veía entera. Ésto ocurrió unas cien veces. Luego ya, como me la sabía de memoria, ponía solo algunas escenas, mis favoritas, las que me hacía llorar o las que me hacían reír.
Después de un año largo sin ver mucho más que aquella película, me di cuenta de que de tanto rebobinar y avanzar muchas escenas se habían gastado y casi no se veían.
Fue entonces cuando me di cuenta de que ya no me apetecía más ver aquella película, que de tanto ponerla se había consumido y ya me era casi indiferente. Cuando me la compré pensé que me gustaría verla infinitamente, ahora me doy cuenta de que estará mejor bien colocada en la estantería, con los otros pocos videos que tengo (ninguno tan gastado).