Y sigue sin gustarme. No me gusta la ciudad, no me gustan los rumanos carteristas (con respeto a los rumanos que no lo son) ni los conductores de autobús desagradables.
Pero hay muchas cosas dentro de Madrid que si me gustan.
Me gusta que de camino a la capital nos quedamos 3 horas en medio de la nada vallisoletana con Nacho Vegas tarareando canciones de Christina, a ver si se enamora de nosotras aunque no seamos rubias cuarentonas. Intentar pagar la compra con uno de los morados y que nos den la vuelta. Cenar pollo (sí, pollo) y llegar por la mañana con los tacones en las orejas.
Bailar Yelle, que me pidas una sala para mi sola y de repente me eches de menos. Desayunaros con pizza y una coca cola. Un lunes con la baronesa de Movilla y su séquito de Niceratas y Saturninos.
Y de repente, sin darme cuenta, llega el martes en la ciudad que no me gusta. Y nos abandonan en la estación de metro y terminamos medio mirando como limpian la pista de patinaje, y medio miramos a los patinadores invisibles. Y se pasa la noche entre los cientos de personas, y decido que el mejor plan es el autosecuestro silencioso hasta que llegue la mañana.
Te voy a echar de menos. Como siempre, que ya es costumbre.
Y a vosotras también, que aunque las despedidas sean un poco amargas, los reencuentros navideños son dulces como el turrón de Suchard, ¿y ya queda poco,no?
El que diga que las segundas partes nunca fueron buenas, se equivoca, y mucho.
Ehh, yo quiero conocer a esa baronesaaaaa.
ResponderEliminar¿Y por qué lo llamas segunda parte?
¿Y la primera? ¿O acaso la primera es la del anterior viaje?
Hay muchas cosas que no entiendo, así que bueno, afirmaré como que lo he entendido.
Yo prefiero las segundas partes.
ResponderEliminarSabes donde la cagaste en la primera, y si no eres muy idiota, lo haces bien. A la segunda.
Te he nominado a un cuestionario muy chulo, por cierto ;)