Algo se revuelve en mí cuando pienso en que se me ha olvidado en casa.
Se me ha vuelto a olvidar la libreta. Y como se me ha olvidado la libreta, se me olvidará lo que pienso en ese momento.
Las ideas se evaporarán en mi cabeza y llegarán a ser nada pudiendo haber llegado a ser todo. Como la mayor parte de las cosas.
Las luces de las fábricas por la mañana ya no serán un pequeño Tokyo en la autopista. Las nubes serán nubes y no castillos en el aire. Y yo me seguiré preguntando el por qué de las cosas. El por qué de por qué sigo teniendo ciertos pensamientos hirientes. Por qué sigo incurriendo en la incostancia, ya habitual.
Porque para mí también olvido el lápiz y la goma, como para mi libreta.
Es probable que esté totalmente perdida o igual ya no quedan páginas por escribir (en la libreta, digo).