
Cuando ella era la equilibrista y la estrella principal de la feria, todo le había parecido diferente. la función se adaptaba a ella y el público y el mismo circo se rendían a sus pies. Pensaba que había sido la única artista capaz de subirse a la cuerda floja, tan alto, que casi había tocado las nubes con las yemas de los dedos. Un mal día, tropezó y a pesar de no haber causado ningún daño, comprendió de forma tácita que la función iba a seguir sin ella.
Y entendió, que el tropezón no tenía nada que ver. En el circo ya no la querían. Buscarían a una nueva funambulista que se subiría a las alturas y cumpliría exactamente su misma función. Se sintió casi hasta aliviada. Que feliz había sido bailando encima de los cordones semitransparentes, pero se había acabado y punto. Tampoco quería volver.
Probablemente, acudiría de vez en cuando a ver la función, a comprobar como iban cambiando a las equilibristas cada cierto tiempo. El circo la había dejado agotada y ahora solo quería ser ese espectador que se sienta debajo del foco de luz blanca y acapara la atención de los graciosos payasos y malabaristas por un momento.
The show must go on y estar tan alto no es tanto como lo pintan y no compensa a los resbalones y tropiezos.

Hay algunos 'directores' de circo que no saben apreciar a las buenas equilibristas. Así les irá.
ResponderEliminarSiempre se nos dieron bien las evidencias metafóricas.
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