Aquellos años juntos habían sido como el humo de un cigarrillo, fuerte al principio y después ligeros y efímeros. Como un vinilo rayado, simplemente ya no funcionaba igual que cuando lo habían comprado. Habían sido como una canción de amor, dulce y que te hace llorar o como unos vaqueros gastados hechos para dos. Su amor había sido un amor “retro”, era algo pasado pero que en ciertos momentos tenía su encanto y que el simple hecho de recordarlo les hacía volver hacia atrás.
Esos momentos juntos cabían en dos álbumes de fotos, varias polaroid pegadas con celo a la pared, infinitas mañanas enredados en las sábanas y tardes con sabor a café y barra de labios. Las primaveras habían sido más verdes, los veranos en la playa más largos, los otoños se contaban por las tarde que habían pasado en casa y los inviernos parecían menos fríos.
La despedida no ocupaba los cajones de una mesita, tampoco se había esfumado con las últimas palabras. El último adiós quedaría para siempre marcado en una servilleta del bar de la esquina con tres palabras escritas con lápiz de ojos, "te recordaré siempre".
photo,Irene
domingo, 5 de julio de 2009
sábado, 4 de julio de 2009
Cuestión de confianza
La confianza es un salvavidas que nos ayuda a que no nos ahoguemos en la maldad de las personas. Ayuda a evitar que las mentiras no nos dejen respirar y a que no nos lleve la corriente del odio. Pero todo termina cuando una ola se lleva el salvavidas.
Confiar en alguien es un sencillo proceso. La confianza se divide en varios niveles, en el primer nivel está la confianza con la familia, algo incondicional que nadie traicionará. El segundo nivel se basa en la confianza en los amigos, es un nivel con varios escalones que se van subiendo a medida que pasa el tiempo. Están llenos de resbalones y muchas veces, esta escalera es tan larga que resulta mucho más fácil deshacer el camino que subir los pocos escalones que quedan por recorrer. Se termina con los desconocidos. ¿Por qué es tan sencillo confiar en un desconocido? Quizá porque no nos va a juzgar por lo que creen que somos, podemos ser transparentes como una gota de agua y no tenemos miedo a nada.
Pero es sencillo romper la confianza. Romper esta palabra es más que hacer pequeños trocitos y juntar las letras dando otro sentido. Significa romper el proceso, deshacer lo hecho, infectar con un virus que puede curarse una, o quizá dos veces pero alguna más deja secuelas. La confianza no debe ser una inválida o una mariposa a la que se le han arrancado las alas.
Confiar en alguien es un sencillo proceso. La confianza se divide en varios niveles, en el primer nivel está la confianza con la familia, algo incondicional que nadie traicionará. El segundo nivel se basa en la confianza en los amigos, es un nivel con varios escalones que se van subiendo a medida que pasa el tiempo. Están llenos de resbalones y muchas veces, esta escalera es tan larga que resulta mucho más fácil deshacer el camino que subir los pocos escalones que quedan por recorrer. Se termina con los desconocidos. ¿Por qué es tan sencillo confiar en un desconocido? Quizá porque no nos va a juzgar por lo que creen que somos, podemos ser transparentes como una gota de agua y no tenemos miedo a nada.
Pero es sencillo romper la confianza. Romper esta palabra es más que hacer pequeños trocitos y juntar las letras dando otro sentido. Significa romper el proceso, deshacer lo hecho, infectar con un virus que puede curarse una, o quizá dos veces pero alguna más deja secuelas. La confianza no debe ser una inválida o una mariposa a la que se le han arrancado las alas.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)