lunes, 29 de junio de 2009

"Modernismo"


No me gusta la gente que se da aires de grandeza, que se cree el primero en todo y sobre todo con más derecho que nadie a criticar. Me revienta de verdad la gente que critica la falsedad y la artificialidad cuando no se dan cuenta que ellos son también verdaderos productos del mercado. No podemos pensar que somos realmente originales cuando todo está prácticamente inventado, en todo caso podemos aspirar a que nos denominen raros o diferentes a la “grandísima” mayoría. En la sociedad de hoy en día donde todo está dominado por la imagen, es difícil, por no decir imposible, escapar de ella. A todos nos gusta ser guapos, ser aceptados por el grupo o tribu urbana con la que nos sentimos identificados y creernos el móvil de última generación, la música más moderna en tu I-pod de colores y el pelo más raro y con más colores. Y me pregunto yo, ¿y que coño más te da? ¿Acaso no compras en cadenas de tiendas mundiales? ¿No compras revistas que promocionan toda esa mierda? ¿No te lees los libros más raros y aburridos para sentirte especial? Sí, para sentirte diferente y “original” y para decir que tu rollo es más cool. En mi opinión, en el mundo en que vivimos hoy, solo sería rara de verdad la persona que se va a vivir a un monte para escapar de todo o que colecciona cromos y revistas de hace 50 años para sentirse como entonces.
No critique esa falsedad cuando eres el primero en ser un falso colgando etiquetas a las personas que hacen lo que les haces felices. Tampoco diciendo que rechazas lo que te ofrece la sociedad actual porque es todo igual. Yo lo admito, me gusta el plástico, no reciclo, veo la basura que ve todo el mundo, leo los putos best-sellers que más tiran y escucho la música que sale en youtube y créeme, me siento a gusto conmigo misma y original, tan original como las miles de personas que son exactamente igual que yo.

Recuerdos.

Llueve a todas horas mojando los cristales y las hojas de los árboles, limpiándolo todo y a la vez ensuciándolo, retardando la llegada del verano. Aún así, cuando miro las hojas mojadas y aspiro el aire húmedo me parece que todo es rosa y azul. No sé por qué, pero prueba a cerrar los ojos y a sentir la lluvia de mayo en la cara y verás como el mundo, o al menos una pequeña parte de él, se llena de colores que huelen a hierba y recuerdos.
La vida debería ser así siempre, no solo en los días de mayo. Que cerrando los ojos todo fuera rosa, es más, que nuestros mejores recuerdos se presentasen otra vez disfrazados de colores para alegrarnos. Pero lo único que veo cuando al final abro los ojos, es el cristal de la ventana dibujado de gotitas de lluvia y una canción, que es lo único que queda de aquel recuerdo.