Hace ya días que te tendrías que haber ido.
Incluso meses, o años. Sabíamos que serías el primero en irte.
Tus ojos tristes nos lo decían.
Te has ido, pequeño gatito, y todos te echamos de menos a pesar de no haber sido el favorito de nadie. Ya no vas a estar hecho una bola entre los cojines, ya no veremos más las rayas de tu rabito de lemur, ni tus ojos verdes de gato me volverán a mirar pidiendo un poco de amor.
Lamento no haberte podido demostrar más que te quería, que eras nuestro protegido, el más bueno de los tres.
Pero quiero pensar que fuiste feliz, a pesar de tus ojos tristes. Que mientras viviste aquí fuiste todo lo feliz que puede serlo un animal, que al menos por un tiempo disfrutaste del sol y de la primavera, y que nuestra casa fue tu hogar.
Me dijeron que papá te envolvió en una de tus mantas. Espero que ya no vuelvas a sentir el frío que siempre parecías tener.